Loader
7 Errores Comunes en las Instalaciones Térmicas

No es necesario que nadie nos diga que las instalaciones térmicas (especialmente refrigeración, calefacción y producción de agua caliente sanitaria) son las grandes consumidoras de energía en los edificios. Es suficiente con comparar las facturas energéticas de los meses suaves, en los que no se necesita calefacción ni refrigeración, con las de los meses más severos, en los que sí se necesita; o incluso comparar, en referencia a la producción de agua caliente sanitaria, las facturas energéticas antes y después de sustituir un equipo o sistema poco eficiente, por uno eficiente.

La preocupación primigenia de los proyectistas e instaladores recae en el cumplimiento normativo, asegurando que los equipos y sistemas propuestos satisfagan las necesidades térmicas, proporcionando una potencia térmica suficiente.

En segunda instancia, suele preocupar la optimización de la instalación térmica, toda vez que las instalaciones térmicas suelen sobredimensionarse; conviene recordar frases como: “por 100 € más, vas sobrado y te curas en salud…”

Pero, ¿qué ocurre en obra?, ¿qué pasa con las pruebas?, ¿funciona la instalación tal como se indica en la documentación técnica?, ¿va a proporcionar el confort previsto?, ¿consumirá más energía de la prevista?... Por desgracia, son preguntas que no se hacen con la debida frecuencia, dando lugar a consumos energéticos por encima de lo previsto, averías en la instalación, disconfort térmico, sobrecostes en mantenimiento correctivo, reclamaciones…

¿Qué asuntos se suelen dejar de lado? A nivel general, y sin entrar en detalle, son los siguientes:

  1. Revisión del diseño: hay que aceptar que el diseño puede ser mejorable, y realizar las modificaciones necesarias (un buen asesoramiento aquí resulta fundamental).
  2. Caudales: comprobar que los caudales reales se ajustan a los proyectados; que no haya desviaciones ni por defecto ni por exceso. Tan nocivo puede ser una cosa, como la otra.
  3. Presiones: verificar las presiones; presiones excesivas provocan roturas, presiones insuficientes provocan disconfort térmico… entre otras consecuencias.
  4. Temperaturas: cerciorarse de que las temperaturas de operación son las previstas, de cara a producir el bienestar (termohigrométrico e higiénico) deseado. Evitar excesos y defectos de temperatura.
  5. Equilibrado hidráulico: uno de los grandes olvidados; una instalación no equilibrada hidráulicamente no satisfará adecuadamente el servicio para el que está destinada, y ocasionará diferentes problemas.
  6. Estanqueidad: realizar pruebas de estanqueidad al menos en las condiciones reales de funcionamiento de la instalación, no en condiciones más benévolas o suaves.
  7. Aislamiento térmico: no sólo se trata de comprobar espesores que cumplan la normativa, sino de analizar la continuidad, estudiar los pasos a través de forjados y muros, encuentros con válvulas…

Estas comprobaciones y pruebas, que parecen obvias, y además exigidas por normativa, resultan fundamentales a la hora de un correcto montaje de las instalaciones térmicas; no hacerlas adecuadamente redundará en buena parte de las ocasiones en dos aspectos: aumento del consumo energético, y disconfort del usuario, que a su vez provocan el incremento del coste económico de explotación y mantenimiento de la instalación.

© Luis Gala González

Arquitecto y Project Manager (PMP® & ACP®) Especialista en Eficiencia Energética e Instalaciones